La primavera... ah, la primavera. En fin, sí, la
primavera, fuente de inspiración de poetas, pintores, compositores, artistas en
general sobre todo del Romanticismo. En Alemania y Austria tiene mucho éxito,
la primavera: en Viena, creo recordar que en la plaza del ayuntamiento, todas
las primaveras realizan algún evento floral. Recuerdo cierta ocasión en la que
compusieron una rosaleda constituida por rosas de los más diversos tipos y
colores: recuerdo, en particular, una rosa negra, bellísima en su rareza, inquietante; cada rosa tenía su nombre, a la rosa negra la habían
bautizado «Dr. Faustus»...
Este bello Lied
de Schumann se titula «Rose, Meer und Sonne» (Rosa, mar y sol), y lo canta
Vasselina Kasarova acompañada por Friedrich Haider:
Mucha música se ha escrito en torno a la estación que acaba de empezar. Desde el cura pelirrojo aquel que no quiero ni mentar hasta nuestros días se han compuesto mil y una piezas de todo tipo. Y si se han escrito tantas, ¿por qué?, ¿¡POR QUÉ!, dios misericordioso? ¿por qué razón se ha de recurrir siempre al conciertito ese de marras?... ta, tá, ta, ta, tira, rááá: tirará, ta, ta, tira, rááá... ¡Monserga infame! ¡Si es que se la saben hasta las gallinas! Deberían prohibirla durante unos cuantos años, quizá así generaciones venideras la volvieran a escuchar con agrado. Vivaldi no fue un mal compositor, tampoco vamos a exagerar, tiene algunos aciertos y momentos inspirados; pero se repite, se repite hasta el hastío, quizá por eso de que era cura... ¡Qué plasta con la serie de quintas! Insisto, deberían prohibir su ejecución durante decenios, o, mejor aún, ejecutarla de una vez por todas, en el patio de armas, al amanecer...
No nos desviemos. La primavera... mmm... sutiles aromas mecidos
por la brisa... bellos atardeceres... No me gusta la primavera, prefiero el
otoño. Vale, el mes de abril siempre guarda algunos de los más bellos días del
año, de acuerdo, mola. Pero tras ese espejismo de la primavera se esconde, al
acecho, el tedioso verano, con sus cuarenta y pico grados a la sombra. Recuerdo una
escena de no sé qué película, creo que «Memorias de África», en la que una
señora, antes de morir, dice algo así como: ¡ah, no más veranos, no más este
calor!
Pero, bueno, no seamos cenizos, escuchemos un poco de
música buena relacionada con esta estación, que la hay. Así, Beethoven,
escribió una sonata para violín y piano que, no sé si por él o por sus
editores, fue bautizada como «Primavera»; la cuestión es que su tonalidad es fa mayor, tonalidad que está relacionada
desde tiempos inmemoriales con la madre Naturaleza, con el campo, los pastores,
ovejas y cabras, los faunos y las ninfas, lo bucólico, las aldeas, los aldeanos y tal;
de hecho, la sexta sinfonía de este ilustre sordo, llamada «Pastoral», también está en la misma tonalidad. Escuchemos el primer movimiento de esta sonata en interpretación de Sviatoslav Richter al piano y Oleg Kagan, magnífico violinista:
de hecho, la sexta sinfonía de este ilustre sordo, llamada «Pastoral», también está en la misma tonalidad. Escuchemos el primer movimiento de esta sonata en interpretación de Sviatoslav Richter al piano y Oleg Kagan, magnífico violinista:
Aunque, en realidad, no está fuera de lugar la rosa negra, el patio de
armas... El Romanticismo poco tiene que ver, en realidad, con la luz y la
primavera, más bien al contrario. La gran poetisa Marina Tsvietáieva, en su
librito «Mi Pushkin», el escritor y poeta ruso romántico por excelencia, nos
advierte:
«En la habitación roja había un armario misterioso.
Pero antes del armario misterioso había otra cosa: un
cuadro en la recámara de mi madre - El
duelo.
La nieve, las varas negras de los arbustos, dos personas
negras que arrastran a una tercera - de las axilas - hacia un trineo - y otro,
uno más, de espaldas, que se va. Al que llevan es Pushkin, el que se va -
D'Anthès. D'Anthès retó a duelo a Pushkin, es decir, lo sedujo para que fuera a
la nieve y allí, entre los arbustos negros y desnudos, lo mató.
Lo primero que supe de Pushkin fue - que lo habían
matado. Después supe que Pushkin era poeta y D'Anthés - francés. D'Anthès
odiaba a Pushkin porque él no podía escribir versos y entonces lo retó a duelo,
es decir, lo atrajo hasta la nieve y allí lo mató con un disparo de pistola en
el estómago. Así, que a los tres años, supe con firmeza que el poeta tiene
estómago - recuerdo ahora a todos los poetas con los que me he encontrado - , y
de ese estómago de poeta que con tanta frecuencia no está satisfecho y en el
que hirieron de muerte a Pushkin, me he preocupado tanto como de su alma»
Quien iba a decirle a Pushkin que él mismo iba a terminar
sus días, a la temprana edad de treinta y siete años, del mismo modo que el
personaje principal de su inmortal novela «Eugenio Onegin».
De modo que los poetas también tienen estómago... Nada
mejor que darse una vuelta por alguna pastelería vienesa, mejor si es la
célebre «Demel», para llenar el estómago, sea poético o no. Hagámoslo de la mano de Natalie Desay, cantando al más vienés de los compositores, Johann Strauss II, «Voces de primavera»:
También más al norte celebran la llegada de la estación
de marras. Grieg escribió una deliciosa «An den Frühling », que podemos
escuchar de manos del prodigioso Sviatoslav Richter:
Seguidamente, la misma pieza pero en interpretación de la
pianista Hideyo Harada, que la toca a un tempo tan distinto que parece otra, qué cosas:
Hugo Wolf, en sus «Morike Lieder», también escribió una canción a la primavera, «Im Frühling». Lamentablemente desconozco los intérpretes, pero son magníficos:
Schumann escribió esta bonita canción dedicada a la noche
primaveral: en su ciclo Liederkreis - Op.39 - XIII, «Frühlingsnacht». Perdón,
tampoco sé el nombre de los intérpretes:
Y Brahms, «Der Frühling»; esta sí: Kasarova y Heider:
«La canción de la alondra», también de Brahms, los mismos
intérpretes:
Como todos ustedes saben, Clara Schumann, la esposa de
Robert, fue una gran pianista. También fue una excelente compositora, como
demuestran estos dos bellísimos Lieder
sobre poemas de «Amor de primavera» de Friedrich Rückert. Toca el piano Hélène
Grimaud, canta Anne Sofie von Otter:
Claro, como es de suponer, Schubert también escribió a la
primavera. El Lied que podemos
escuchar a continuación «Im Frühling» lo acompañé hace muchos años en un
recital; como dijo Richter sobre un concierto que dio su maestro Neuhaus toqué como
un cerdo, no lo digo por presumir, pero sí, como un auténtico cerdo. Aquí podemos escucharlo por Elly Ameling; no sé
quién es el pianista pero le sale mucho mejor que a mí en aquella olvidable
ocasión:
No puede faltar en esta página dedicada a la primavera el
famoso Lied de Schubert, con
acompañamiento de piano y clarinete, «Der Hirt auf dem Felsen», «El pastor en
la roca»,
una de las canciones más bellas jamás escritas, en la que Schubert, como es su costumbre, contraviene muchas de las sacrosantas reglas de esas que machacan en las cabecitas de los pobres alumnos los profesores de armonía y otras... cosas, y que como es natural, suenan que da gozo.
Haciendo un nuevo
alarde de mi conspicua ignorancia, no sé quién es el clarinetista ni el pianista, o la y
la; eso sí, la cantante es la fantástica Christa Ludwig:
una de las canciones más bellas jamás escritas, en la que Schubert, como es su costumbre, contraviene muchas de las sacrosantas reglas de esas que machacan en las cabecitas de los pobres alumnos los profesores de armonía y otras... cosas, y que como es natural, suenan que da gozo.
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